D.E.: ¿Cómo se manifiesta la locura o en su defecto, una crisis vital? by HistéricaCrítica.

Publicado en por Madame Desamor

Querida HistéricaCrítica:

 

En primer lugar agradecerte tu extenso mail del que puedo rescatar esta gran pregunta. En segundo lugar, me encanta tu nombre. No me importa quien seas, ya me has caído bien. Estás invitada a pasar unos días cerca de mi casa. Te prestaría mi sofá para dormir, pero no me gustan mucho las visitas. Puedes deambular por la calle y te saludaré desde la ventana, me consta que hay vecinos que dejan comida de gato en el portal. Por lo demás, bienvenida.

 

Muchos piensan que las crisis son cosas de mujeres, de hormonas, de periodos, de reglas, de menstruaciones (¿he dicho ya hormonas?) de úteros histriónicos, histéricos, de corazones coléricos, cuánticos, hartos. Se equivocan, aunque algo de eso hay. Porque los hombres también tienen crisis. Y éste no es un blog del todo femenino.

 

Sujeto Subversivo: Venga ya, MD.

 

He dicho "del todo". Si no, ya te habría cortado la lengua, o los dedos, o lo que sea. Porque soy una mujer y tengo derecho a hacer eso. Porque estamos todas locas. O eso dicen.

 

No voy a entrar a la guerra tonta: "Los locos son ellos", "No, no, las locas son ellas", "No señor, los locos son ellos", etcétera. Paso. No me apetece. Además, para qué. Estamos todos locos. No hay más que vernos. Pero, ¿cómo descubrir que todo se nos va de las manos? ¿En qué momento se cruza un cable en el cerebro que hace que empecemos a piar como gallinas en mitad de un centro comercial? ¿Cómo evitar tirar las bolsas del Mercadona en mitad de un paso de cebra mientras echamos a correr gritando "¡¡Yo soy el verdadero William Wallas!!"?

 

Sujeto Subversivo: Ajá. Me pasó ayer mismo.

 

Exacto.

 

Son sencillas muestras de que la cosa empieza a ir mal. De pronto un día, tenemos el impulso de tirar algo, puede ser un objeto pequeño, por la ventana. Pongamos de ejemplo una bolita de nieve. Poco a poco, la necesidad de lanzar objetos contundentes puede incrementarse y eso hay que vigilarlo. He visto volar perros, gatos, mandos de la tele, sofás, maridos. A veces lo que uno tenga más a mano.

 

Puede que haya demasiado trabajo que hacer y no le demos importancia. Llegamos a casa y hay que hacer la cena. Hay que recoger el baño, limpiar la cocina, llamar a la madre, sacar al perro, descongelar el pescado de mañana, decirle a la vecina que nos coja el correo, el niño, que haga los deberes, que me ducho, que veo algo de tele, que me dormí en el sofá. Y al final nada. Podemos no dar importancia a algún desgraciado suceso. Un huevo roto, detrás de la basura. Un lienzo rasgado en el salón. Un cable mordisqueado. Las facturas del gas, en la olla exprés.

 

Así que sin ver los pequeños síntomas, de pronto un día la locura se hace presente. Nos cuentan un chiste tonto. De Jaimito, o de uno de Lepe. Nos reímos. Hace mucha gracia. No podemos parar de reir. Tanto que la risa se vuelve alocada, insulsa y, cuando queremos darnos cuenta, lo que antes era risa se convierte en llanto. Igualmente, no podemos parar de llorar. Y aparece la crisis.

 

Sujeto Subversivo: Qué espectacular.

 

Me gusta imaginarlo así.

 

El caso. Viene la crisis y las preguntas.

 

Pero creo que es mejor hablar de eso en otro momento. En una segunda parte.

Porque es mucho enrollarme.

 

Que ahora se me echa el tiempo encima.

Y tengo que descongelar el pescado. Y sacar al perro. Y tender la lavadora.

Ver un poco la tele.

 

Sujeto Subversivo: ¿Así nos dejas MD?

 

Hasta mañana. La segunda parte, ahora ya me quedé dormida en sofá. Las mujeres, que estamos locas.


 

Con todo mi aprecio.

Madame Desamor.

Etiquetado en Dudas existenciales

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