Otra vez el champán y las uvas y el alquitrán

Publicado en por Madame Desamor

2011 se acaba, es un hecho. Como era de esperar, sin nada en la nevera y para dos pimientos que quedan, andan pochos. Como viene siendo tradición, a estas alturas de año, todo el mundo estará buscando ropa interior roja, escribiendo objetivos para el año que viene que no le dará tiempo a cumplir o cocinando una cena exagerada que al final no va a evitar que nos suba el champán a la cabeza. Todos los unos de enero, desde hace muchos años, son días de resaca brutal. Y todas las nocheviejas, noches de fiesta infernal, en las que las medias terminan por romperse, los metros por no cogerse y los taxis a medio desaparecer.

 

Aún así es inevitable que a estas alturas del año, tenga uno ésa sensación de alegría incontrolable por lo que viene. No se sabe si será mejor o peor pero la incertidumbre o la esperanza o los planes que tenemos en la cabeza, nos llenan de ternura o de alivio por saber que no vamos a cometer los mismos errores que el año que dejamos atrás. Ciertamente, esto es completamente falso. No es que esté catastrofista, pero así es la vida. Cometeremos otros, más entretenidos. Si hubiéramos aprendido ya a vivir, no sería tan divertido.

 

2011, se ha hecho viejo. Y ahora, al verlo tan arrugado, me hace gracia. Tengo ganas de perderlo de vista, no lo voy a negar. Todo lo que tuvo bueno se lo queda y lo malo también. Los años son como los jamones, si salen buenos bien, si salen salados son una verdadera lata. Éste ha sido para mí como un sueño. Y tal como me he despertado, no me acuerdo ya de nada. Quizá me queda aún un poco de soñolencia, un dolor de cuello de mala postura al dormir, y las sábanas que necesitan una ducha. Poco más.

 

Hay gente que se llena la boca diciendo que el 2012 va a ser peor. En cuanto a crisis supongo. Para mí no, aviso. Yo ya he cumplido este año y si quiero más dinero del Estado tendré que ir a la cárcel para que me den de comer. Como no entra en los objetivos, ya lo dejo para más adelante. Así que no. Me gustan los años pares. En el 98 lo peté y el 2008 fue muy grande. Este año no pienso participar en los juegos olímpicos, pero igual doy sorpresas. Tampoco creo que me haga astronauta o que me mude a Alaska. Seguiré siendo yo, qué le vamos a hacer. No es decepcionante si lo pienso, porque me gusto así. Puede sonar absurdo, pero es la verdad. Me quiero sin saber muy bien por qué, porque a veces puedo ser un poco idiota, pero me da ternura y me acaricio un poco mi pelo de fregona y sigo caminando. Soy de ésas personas a las que se quiere sin saber muy bien por qué, sin tener razones. Como una mascotilla.

 

Al menos no voy a recibir al 2012 con la cara azul, ni con el estómago revuelto. Algo regulera de salud, eso sí. De dineros mejorando. Los amores, ya lo he dicho, que acabo de despertarme. Así que aún tengo que desayunar, para que se me entienda.

 

Total, que haciendo balance, el 2011 ha sido un bodrio. Como una peli mala, que ha costado digerir, que ha costado asesinar y que ha costado mandar al garete. Y ahora que se termina, sólo puedo pensar, que ahí se queda, con cara de bobo. Como no podía ser de otra manera, los demás seguimos. Nos peinamos, nos damos unos golpecitos en el hombro y echamos a caminar. A donde sea, eso no se sabe, pero seguimos respirando, después de haber sobrevivido y eso le hace sentir a uno muy grande. Muy guay. Y sobre todo, lo que debe hacernos sentir es que lo que nos vamos encontrando es exactamente lo que nos merecemos. Eso sí que mola. Y si 2012 nos debe todo lo que nos merecemos, desde luego.

 

Va a ser la bomba.

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